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Corría el verano 2019 cuando con un buen amigo y compañero de aventuras fotográficas, decidimos hacer un intento de encontrar y fotografiar el tordo amarillo.
Por referencias de otros fotógrafos conocíamos que se habían avistado algunos grupos en la zona sur de Entre Ríos. Por lo tanto preparamos los equipos fotográficos, binoculares, algunas vituallas y partimos una hermosa mañana cerca de 4:30 am desde San Isidro donde resido temporalmente.
Con la parada obligada a desayunar y cargar el agua para el mate en el parador Atalaya, y con una amena conversación pasamos Ceibas de madrugada rumbo hacia nuestro destino.
Hacia las 7 am estábamos en la zona propicia por lo que aminoramos la marcha de la Hilux, observando atentamente las banquinas del camino. Unos kilómetros más adelante, vemos con alegría, un tordo amarillo posado en unos cardos, acicalándose con los primeros rayos del sol. Detenemos de inmediato el vehículo en la banquina con los cuidados habituales para observar la escena con nuestros binoculares. ¡Allí estaban! Entre dos campos de soja, apretados en una banquina con pastos naturales una pequeña bandada despertaba de los peligros de la noche. Una mañana magnífica, sin viento, anticipaba un día caluroso.
Los machos de los tordos amarillos cantaban con entusiasmo, las hembras se movían en busca de alimentos para sus crías, como muestra la foto premiada. Los veíamos zambullirse con el alimento a la base de los cardos que usaban de posaderos, donde seguramente tenían sus nidos y pichones. No quisimos entrar en el pajonal para no perturbar a la población de tordos con cría.
Con teleobjetivos largos, 500 y 700 mm y desde prudente distancia, logramos más de 1000 fotos de los distintos individuos de la bandada. Registramos incluso algunas parejas en cortejos nupciales. Cerca de las 11 am, con las memorias de las cámaras llenas de fotos, unos mates reparadores, regresamos a Buenos Aires con la alegría y la esperanza de que no todo está perdido. Aún quedan bandadas de esta hermosa ave, y con los cuidados y la concientización de productores y público en general, la supervivencia de la especie es posible.
Los esfuerzos de Aves Argentinas, sus voluntarios y los productores agropecuarios, deberían dar sus frutos, para la conservación de esta hermosa especie.