Parque Nacional Ansenuza: el turismo responsable, un aliado de la conservación

  • Fotografía: Juan Carlos Mendoza

Se desarrolla la primera temporada en el nuevo Parque Nacional Ansenuza, en el noreste cordobés. La Fundación Aves Argentinas dio a conocer consejos para realizar un turismo responsable en un entorno natural inigualable.

 La Laguna Mar Chiquita tiene un valioso potencial turístico y ambiental. Foto: Gentileza.

Aves Argentinas, comprometida con la región de Ansenuza desde mucho antes de la declaración como Parque Nacional, continúa trabajando en tareas de investigación, conservación, así como de desarrollo productivo, con el turismo de naturaleza presentándose como gran oportunidad y agenda.

Creados en junio de 2022, el Parque Nacional y la Reserva Nacional Ansenuza protegen un ambiente único, tan bello como frágil, que tiene por protagonista a un gran lago salado interior, el quinto más grande del mundo y el mayor de Sudamérica. Junto con la Reserva Provincial de Usos Múltiples que incluye también los Bañados del Río Dulce, constituyen un gran humedal que alberga hasta medio millón de aves playeras migratorias, entre muchas otras especies.

Estas características tan particulares vinculan a la Laguna de Mar Chiquita con otros dos grandes lagos salados de los Estados Unidos: el Lago Mono en California, y el Gran Lago Salado en Utah. Quiso el azar que la creación del Parque Nacional Ansenuza coincidiera con el 30º aniversario de la firma del hermanamiento entre estos tres lagos, que aconteció en 1992. Un mural monumental, inaugurado en diciembre de 2022 en coincidencia con visitas internacionales procedentes de los lagos hermanos de EEUU, conmemora la alianza.

Los tres lagos hermanos comparten especies migratorias que cada año recorren larguísimas rutas, uniéndolos. Pero también comparten desafíos de conservación ambiental, de manejo como áreas protegidas y de planificación de su uso público, incluida la frecuentación turística que se deriva del gran potencial y atractivo que tienen estos sitios para viajeros de todo el mundo. La naturaleza no conoce fronteras y por eso es vital el trabajo colaborativo entre países, las comunidades locales implicadas, las autoridades y las organizaciones de la sociedad civil.

Conservación y desarrollo no son antagónicos, todo lo contrario. Las actividades productivas como un turismo de naturaleza consciente, respetuoso, responsable y bien planificado pueden convertirse en aliadas de la conservación. Para ello son vitales la ciencia y la investigación aplicadas. ¿Cómo? Llevando adelante censos y muestreos de especies, análisis de disturbios, estudios sobre las mejores prácticas en el uso de las costas y de los cuerpos de agua. La ganancia es enorme en términos de aprendizajes colectivos y experiencias.

En conjunto con prestadores turísticos, autoridades y otras organizaciones que trabajan en la zona, pueden delinearse las mejores prácticas basadas en evidencia. Por ejemplo, determinando una distancia óptima a la que pueden aproximarse las lanchas de excursión a las bandadas sin molestarlas ni interferir con ellas; o indicaciones sobre cómo preservar las costas, sitios vitales para tantas especies, del tránsito intensivo o el pisoteo involuntario de huevos y nidos.

La tarea suma el trabajo colaborativo con la Administración de Parques Nacionales, la Secretaría de Ambiente de la Provincia de Córdoba, la Agencia Córdoba Turismo y otras ONG en lo que refiere a la instalación de carteles y señalética para que los visitantes cuenten con información que enriquezca su experiencia y les permita ser turistas cada vez más responsables.

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